El festacarrer
LEVANTE-EMV (08-06-2005)Arturo Ruiz
Un lugar es diferente por sus paisajes y por lo que hacen sus gentes, por su modo de vida y por su forma de expresarlo en manifestaciones que llamamos culturales y que desde el presente tejen la memoria del futuro. Pero, si por algunos fuera, todos los parajes de este planeta serían idénticos –que es precisamente lo contrario de la identidad– y todos sus habitantes serían como clones, que es la perversa utopía del mañana que dibujó Huxley en su mundo feliz, cuyas criaturas literarias, entre otras cosas, se tomaban pastillas de la felicidad para no tener memoria y por lo tanto para no sufrir. Pero el sufrimiento forma parte de la vida, lo mismo que el placer, el gozo, la alegría de estar todos juntos una tarde de verano pongamos que del 97, en la calle, en el Festacarrer de Ondara, donde sabíamos que asistíamos a una experiencia única e irrepetible y que lo que vivíamos no podríamos vivirlo en ningún otro sitio, que en cualquier otro lugar del universo podríamos asistir a un concierto de algún músico mercenario del éxito ocasional o ver una película trufada de efectos especiales, pero jamás a ese espectáculo de talleres, música tradicional , correfocs y bailes, para alborozo de los que rescataban la memoria restablecida de sus abuelos para enseñársela a sus hijos, para sorpresa de los visitantes que te confesaban, esto yo no lo había visto nunca, no lo tengo en el lugar de donde vengo, ojala algún día pueda usted venir a mi tierra, a Madrid, a París, a Baviera, para enseñarle lo que allí hacemos, lo que es solo nuestro como esto es solo de ustedes, brindemos ahora por habernos conocido, por este cruce irrepetible de culturas, de procedencias, de identidades. Lo mismo sucedía, por poner otro ejemplo, con l'Almadrava Rock de Els Poblets. Y si ambos acontecimientos se parecen en algo es que han sido suprimidos por dos ayuntamientos del PP, el último el que se celebraba en Ondara: su alcalde, Ximo Ferrando, ha dicho que el Festacarrer ya no entra en las prioridades culturales de su gobierno, que es lo mismo que decir, sospecho que los que organizan ese tinglado y los que vienen a él no me votan a mí, serán radicales, bichos raros, para qué voy a gastar mi dinero en ellos, aunque sea dinero de todos, mejor monto una discomóvil o un ciclo de pachangas, aunque eso pueda darse en Ondara y también en el Canadá o en el Japón, da lo mismo. Eso ha debido pensar Ferrando, aunque no lo ha dicho, por supuesto, pero da igual, sus palabras, en este caso y que me perdone, tienen poco crédito: hace sólo un año, en la presentación del Festacarrer de 2004, el munícipe quiso recalcar «la repercusión que tiene ese evento no sólo en la Comunidad sino en toda España». Claro. Es que además de la cultura, esos acontecimientos eran una oferta turística impagable y, aunque ahora Ferrando se haya olvidado de eso y opine justo lo contrario, hay otros que siguen sin despreciar ese tipo de oportunidades y por ese motivo la concejalía de Cultura de Pau Reig ha recuperado l'Almadrava Rock para Dénia y es de esperar que alguien haga lo mismo con el Festacarrer. Si es posible, sin que salga de Ondara, cuyos vecinos no merecen que las gentes y sus paisajes pierdan tanto porque alguien desde un despacho cambia de pronto de idea.
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